Introducción – La competitividad de las empresas está basada en la efectividad de sus procesos medidos en eficacia y eficiencia. Es bajo esa premisa que la gestión de activos aparece como una estrategia primordial dentro del modelo de negocio. De esa manera, la gestión de activos se convierte en un modelo colaborativo en los diferentes niveles de la organización y así lo han entendido los entes regulatorios de los países quienes entienden que una infraestructura avanzada es uno de los pilares del desarrollo económico (Balzer & Schorn,
2015). Las últimas directrices y resoluciones emitidas por la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG) apuntan a ese objetivo estratégico de país, ya que la tarea de un país eficiente es renovar su infraestructura existente sólo cuando ésta ha alcanzado su ciclo de vida logrando así prosperidad para las empresas y para la población. La estructura del suministro de energía está en plena etapa de modernización, si se supone que la edad promedio de los equipos es de 40 años, está claro que en los próximos años se espera que la infraestructura existente integre nuevas tecnologías para controlar la confiabilidad y la seguridad
del suministro de energía. La llamada “red inteligente” se ha vuelto muy importante en el desarrollo de sistemas de infraestructura y en todo momento se presenta como una solución para todos los problemas futuros de suministro de energía.